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Tu hijo solo necesita amor, libertad y respeto

  • albimegias22
  • 12 abr
  • 9 Min. de lectura

Tu hijo te necesita a ti. Aquí podría acabar la entrada y ya me daría, y te darías, por satisfecha.


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A menudo cuesta comprender a tu hijo, sus necesidades, intereses, emociones… Nos cuesta relacionarnos y entendernos porque somos seres complejos. Pero al mismo tiempo tenemos la facilidad y el don del cuidado, de la empatía y el amor, que nos acerca a otros y nos hace poder ayudarnos efectivamente.


Ya sé que las madres os veis frecuentemente saturadas por las opiniones de otras personas (muchas de ellas madres, que es lo más curioso), juzgadas y preocupadas por si realmente estáis dándoles lo que necesitan. En ocasiones les damos demasiados juguetes, planes y estímulos externos, pensando que es eso. Y no está mal, por cierto. Pero ¿y las necesidades internas?


Una crianza respetuosa comienza cuando nos atrevemos a mirar más allá de lo aparente y comenzamos a comprender a nuestros hijos desde lo profundo, desde lo que realmente necesitan y no desde lo que los adultos creemos que deberían necesitar.


Un buen día un señor, concretamente Richard G. Erskine, se puso a estudiar las relaciones humanas, que son esenciales para nuestro bienestar emocional y psicológico, y nos regaló su Modelo de Psicoterapia Integrativa Relacional. En él identifica ocho necesidades relacionales fundamentales que, cuando se satisfacen, promueven relaciones saludables y enriquecedoras.


Aunque en este caso se habla de necesidades y relaciones, en general, me parece muy bonito enfocarlo a los niños. La mayoría del tiempo solo necesitan estas cosas que además de fáciles, deberían ser lo único que nos preocupase, de hecho, por puro respeto y amor. Por comprender a tu hijo y acompañarle desde una mirada sensible, humana y llena de presencia.


Estas son las 8 principales:


1. Necesidad de seguridad


Es fundamental sentirnos protegidos y seguros en nuestras relaciones, especialmente cuando nos encontramos en estados de vulnerabilidad.


No me gusta decir, ni siquiera es así, que ser niño sea ser vulnerable. Pero sí que es cierto que es una etapa en la que están creciendo, aprendiendo, muchas de sus habilidades básicas no están desarrolladas, y en cierto modo, lo son.


Esta seguridad se manifiesta en la certeza de que no seremos juzgados, criticados o dañados por expresar nuestras emociones o pensamientos más íntimos. ¿Cuántas veces entendemos esto perfectamente en nuestra amiga o pareja y no en nuestro hijo? ¿Por qué normalizamos que se sientan así a diario en determinados contextos?


Cuando esta necesidad se satisface, se crea un ambiente donde podemos ser auténticos sin temor al rechazo. Promueve estos espacios. Invítale a que se sienta tranquilo, feliz y orgulloso de simplemente ser quien es. Que sepa que en su familia y en su hogar precisamente no tiene que tener miedo de nada. Y por supuesto ayuda y defiende cuando ocurra en otros lugares, como el caso más típico, el colegio.


Cuando entendemos la importancia de esta seguridad, damos un paso más en la dirección de una crianza respetuosa.


2. Necesidad de validación


Todos buscamos que nuestras experiencias internas sean reconocidas y valoradas por los demás. Y no se trata de dar palmaditas en la espalda o halagar porque sí. Sino simplemente que cuando sentimos una emoción no nos la minimicen, sino que la escuchen o abracen.


La validación implica que alguien más comprenda y otorgue importancia a lo que sentimos, pensamos o soñamos. En demasiadas ocasiones les decimos que están llorando por cosas sin importancia, que ya tendrán problemas de verdad o incluso nos reímos y burlamos de sus expresiones. Y, lo que es peor, a veces no solamente ignoramos y frivolizamos lo que están sintiendo, sino que les castigamos y tratamos mal por esa misma razón.


Comprender a mi hijo también implica validar sus emociones, incluso cuando nos parecen exageradas o inoportunas. Porque no son exageradas. Son suyas. Y si queremos que se exprese con nosotras cuando sea adolescente o adulto, tenemos que empezar por hacerlo posible ahora.


3. Necesidad de depender


Aunque la independencia es valorada en muchas culturas, también es esencial tener personas en quienes confiar para obtener orientación, protección y apoyo.

Toda la dependencia no es mala. Somos animales sociales y culturales y eso es sano y está bien. Repito, nuestros hijos durante años literalmente dependen de otra persona para sobrevivir y ser cuidados. No podemos pretender que nazcan y se independicen. Ni queremos, al menos eso espero.


Esta necesidad se manifiesta cuando buscamos consejo en momentos de indecisión o apoyo emocional durante desafíos personales. Todas lo hacemos, ellos con más razón porque aprenden de nosotros.


Reconocer que es natural y saludable depender de otros en ciertos momentos fortalece nuestras relaciones y nos permite afrontar mejor las adversidades. Invítale a ser autónomo, de hecho por naturaleza cada vez va a ir explorando más y necesitándote menos, y eso está bien. Pero siempre quédate cerquita por si te busca con la mirada o te pide que le des la mano o un abrazo.


Aceptar esto es clave en la crianza respetuosa, y más aún cuando entendemos que la dependencia no es debilidad, sino la base desde la cual luego florece la autonomía.


4. Necesidad de compartir la experiencia (mutualidad/reciprocidad)


Compartir nuestras vivencias con alguien que ha pasado por situaciones similares nos brinda una sensación de conexión y comprensión profunda. A los niños les encanta que les contemos “batallitas”. Les gusta que les compartas detalles de tu infancia, que sepan que pasaste por situaciones similares y cómo las afrontaste. Las abuelas creo que tienen el título oficial de hacerlo. Y ojalá siempre sea así. Les gusta que les compartas detalles de tu infancia, que sepan que pasaste por situaciones similares y cómo las afrontaste. Que sepan que también te caíste cuando tu madre te avisó de que lo harías o que te costaba dormir fuera de casa. Que las experiencias que viven son normales y que otras personas también las viven.


La mutualidad se basa en la reciprocidad y en la capacidad de ponerse en el lugar del otro. Así les enseñamos empatía y esto hace que haya menos problemas cotidianos como el famoso bullying.


Comprender a mi hijo también es permitir que él me conozca a mí, que entienda que no soy perfecta, pero que estoy disponible y que deseo construir con él una relación real, vulnerable y sincera.


Si están en actividades en grupos de personas con intereses similares (practicando algún deporte, club de lectura, excursiones, catequesis, baile…) aprenderán a desarrollar sus aficiones junto a otros niños que también las tienen, a relacionarse con ellos y disfrutar de sus hobbies juntos, como hacemos los adultos. También podemos y debemos compartirlos con ella, y viceversa.


5. Necesidad de autodefinición


Expresar nuestra individualidad y ser reconocidos por quienes realmente somos es vital para nuestro sentido de identidad. Esta necesidad implica poder comunicar nuestras preferencias, valores y creencias, y recibir aceptación por parte de los demás. Los niños están construyendo su identidad, están desarrollándose, y en ese precioso camino de descubrirse, tenemos que ser muy cuidadosos y amorosos con lo que les decimos y hacemos. Tenemos que dejarlos que se busquen y simplemente ser guía o consejeros si nos piden ayuda.


Cuando se nos permite ser auténticos sin temor a la crítica, nuestras relaciones se vuelven más genuinas y satisfactorias.


Permitir que tu hijo se descubra sin imponerle etiquetas, opiniones o expectativas es uno de los mayores regalos de amor que puedes ofrecerle. Y es, también, una forma de practicar una crianza respetuosa en la vida real.


Ya lo dijo Kurt Cobain: Prefiero que la gente me odie por ser quien soy a que me ame por lo que no soy. Quiérelo con las cosas que te gusten más o menos. Permítele que sea lo que quiera ser, que él mismo juzgue sus acciones y decisiones y que se relacione y se muestre con el resto desde su autenticidad. Recuerda que si tú, que eres una de las personas más importantes para él, no lo aceptas, lo tendrá realmente difícil para ser aceptado por sus iguales.


6. Necesidad de tener un impacto


Deseamos que nuestras acciones y palabras tengan significado y sean tomadas en cuenta por los demás.


A todas nos gusta sentirnos especiales. Sé que probablemente estés pensando que tu hijo, o tú, o el vecino de enfrente, quizá no ha nacido para ser el próximo influencer, deportista o conferenciante. Y probablemente sea así. Pero no necesitamos ser nada de eso para impactar en el resto. Es una necesidad un poco más de nuestro alma. Quizá suene demasiado “velas e incienso” pero, no solamente soy así, sino que es una verdad irrefutable que no somos solo un cuerpo. Hemos venido a este mundo a algo más.


El camarero del bar de la esquina que se acuerda de cómo te gusta el café, está impactando en tu vida y bienestar. Ese abuelo que todo el vecindario se queda embobado con la forma tan bella que tiene de contar sus experiencias. La costurera que te hace el traje como a ti te gusta. Tu amiga que sabe cuándo necesitas un abrazo, un helado de chocolate o que te dejen tranquila.


Sentir que influimos positivamente en nuestro entorno refuerza nuestra autoestima y sentido de propósito. Los niños también lo necesitan. No solo necesitan ser escuchados, también necesitan que lo que dicen y hacen cuente, importe, pese. Quizá sientas que tu propósito no es lo demasiado grande. No pasa nada. Lo es. Enséñale a buscar el suyo, a impactar en la vida de otros y sentirse especial, empezando por las cosas más simples. Invítale a explorar su impacto desde lo cotidiano. Cuando recogemos con ellos, cuando nos ayudan a cocinar, cuando nos hacen reír o cuando su abrazo nos salva el día. Todo eso es impacto.


7. Necesidad de que la otra persona tome la iniciativa


Es gratificante cuando otros muestran interés genuino en nosotros tomando la iniciativa en la comunicación o en la planificación de actividades. Me ha dado mucha risa leer esta, porque es que soy yo totalmente jeje Menos mal que tengo a un amigo y madre que son organizadores natos y yo solo “me dejo llevar” Cada una tiene su personalidad y ya hablando en serio, a nadie le gusta llevar siempre “la carga” de organizar o tomar decisiones. Necesitamos también que otras personas lo hagan de vez en cuando. Esto nos indica que somos importantes para ellos y fortalece el vínculo relacional.


Hay niños que por ejemplo no suelen ir a buscar amigos, y otros que lo hacen encantados. Sobre todo en estas edades necesitan que seamos los adultos quienes llevemos la voz cantante. Es una forma también de decirles: “te veo”, “te tengo presente”, “me importas”. De hecho tiene sentido claro está, pueden querer ir a un restaurante a las 3 de la mañana o hacer andando un camino de kilómetros.


Esto también es comprender a tu hijo, anticiparte a sus necesidades sin esperar que las verbalice como un adulto.


8. Necesidad de expresar amor


Más allá de recibir afecto, es esencial para nuestro bienestar poder expresar amor y aprecio hacia los demás. A ellos les gusta ponerse blanditos con nosotros y demostrarnos, a su manera, que nos quieren. Quizá no nos lo dicen hablando o “no son cariñosos” pero tienen una forma muy particular de demostrarnos afecto, con miradas o sonrisas cómplices, yendo a ayudarnos cuando necesitamos algo, caricias, masajes…


Manifestar nuestros sentimientos positivos fortalece las relaciones y nos permite conectar de manera más profunda. Y repito, no es necesario ser una persona besucona o estar todo el día diciendo piropos (que si lo eres, genial) Hay muchas formas de demostrar el cariño y una de ellas es el respeto, otra el tiempo, la comprensión, el cuidado… Enseñémosle eso dando ejemplo y aceptando su forma de dárnoslo también.




Ahora ya sabes que lo que más necesita tu hijo es lo que te dicta tu sentido común. Te necesita a ti. Necesita poder crecer y desarrollarse tal como es, sentirse querido, y querer, sentirse unido y respetado.


Hoy no te compartiré claves prácticas, tips ni nada por el estilo. Ser consciente y practicar esto cada día es suficiente. Reflexionar y cubrir de la mejor forma estas necesidades, explorar en cada uno de tus hijos. Sabes mejor que yo que no hay pócimas mágicas y generalizar cuando se trata de personas es un gran error. La verdadera magia es la conexión, instinto e intuición que desarrollan madres e hijos si viven atentos y conectados a estas necesidades y desde el amor.


Cuando te haces la pregunta “¿cómo puedo comprender a mi hijo mejor?”, la respuesta muchas veces no está en grandes libros, sino en mirar lo cotidiano con más presencia y amor. Está en el día a día. En el respeto, la paciencia, la entrega. En la crianza respetuosa como forma de vida.


Y todas estas cosas puedes dárselas tú. Son recursos que posees, y que si en algún momento no están, se pueden entrenar y desarrollar.

Es importante soltar esa culpa si no les compramos el último juguete o hacemos mil viajes con ellos por el motivo que sea. Es fundamental centrarnos en lo verdaderamente importante para cualquier persona. Y abandonar el qué dirán, las opiniones y demás juicios.


La única persona que tiene que ser feliz y valorarte es tu hijo. Solo esa opinión es la que te debe importar. Y si acaso tiene razón (que puede ser perfectamente porque como en cualquier relación a veces hay desacuerdos y conflictos, y agradece si te lo expresa), cambiar o mejorar.


Comprender y atender estas ocho necesidades relacionales nos permite construir y mantener relaciones más saludables y significativas. Al ser conscientes de ellas, podemos identificar áreas de mejora en nuestras interacciones y trabajar hacia conexiones más auténticas y satisfactorias.


Si quieres trabajar esta parte, cultivar mejores relaciones, sobre todo enfocadas a la comunicación y manejo de determinadas situaciones con tu familia, agenda una LLAMADA GRATUITA y vemos si puedo ayudarte. En esa media hora (que siempre se alarga, me conozco), me compartes tu caso, te escucho con muchísimo cariño y atención y te explico si puedo y cómo ayudarte. No hay compromiso ni ningún tipo de coste, estamos en paz se tome la decisión que sea, y siempre te llevarás la recomendación de algún libro, perfil, etc. que crea que te puede gustar. Puedes hacer directa y fácilmente aquí:




Gracias por leerme, pero sobre todo te invito a reflexionar: ¿Qué necesidades están más o menos cubiertas en la vida de tu hijo?¿Dónde y cómo puedes mejorar?¿Con quién puedes compartirlo para sentirte más tranquila y tu hijo más feliz?

Te abrazo muy fuerte.


 
 
 

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