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Tu hijo no necesita comer más, necesita disfrutar más

  • albimegias22
  • 19 oct
  • 10 Min. de lectura
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Descubre por qué tu hijo no necesita comer más, sino disfrutar más. Aprende cómo transformar la hora de comer en un momento de conexión y calma con estrategias prácticas y un enfoque de crianza respetuosa.


¿Te has sorprendido alguna vez repitiendo frases como “solo una cucharada más” o “tienes que comer algo”?¿Sientes que cada comida se convierte en una negociación, una batalla o un momento de tensión familiar? Y cuando termina el día, te quedas con una sensación amarga… de culpa, de cansancio, de no saber qué estás haciendo mal.

Respira. No estás sola. Miles de madres viven esa misma frustración diaria: quieren que sus hijos coman bien, disfruten de la comida y crezcan sanos, pero lo que encuentran son lágrimas, enfados y silencios en la mesa.

La buena noticia es que el problema no está en tu hijo, ni en ti, ni en la comida. Está en la manera en la que, sin darnos cuenta, convertimos la hora de comer en una obligación en lugar de un momento de disfrute y conexión.


🌿 No es que no quiera comer, es que no disfruta

Cuando un niño rechaza la comida o come mal, solemos mirar solo el plato: qué hay, cuánto come, qué le gusta o no. Pero pocas veces miramos el ambiente, las emociones y la relación que estamos construyendo con la comida.

Necesita sentir que comer es algo agradable, libre de presión, un momento en el que puede estar tranquilo, explorar, probar, equivocarse y decidir.


Piénsalo bien. ¿Tú te sentarías a comer con personas que están mirando fijamente cuánto y qué comes, evaluando tu “actuación”, gritándote a la mínima parada o distracción, hablando de sus problemones y sermones en la oficina (o entre ellos) y no interesándose en absoluto por lo que tú prefieres o si tienes hambre o cansancio? Yo desde luego que no. Para mí es importante que se respete si tengo más o menos hambre, si como más despacio o rápido, si saboreo este alimento más o dejo este en el plato, que se hable de cosas agradables. Es importante sentirme importante. Espero que para ti también lo sea, porque te aseguro que para tu hijo, lo es.


Cada vez que insistimos, amenazamos o incluso suplicamos, el niño percibe que comer ya no es algo suyo. Pierde el control, y con él, el placer. Y sin placer, no hay hambre que valga. Comer bien empieza por sentirse bien.


💛 Lo que realmente necesita tu hijo en la mesa


Más que una dieta perfecta, tu hijo necesita una relación sana con la comida y contigo durante ese momento. Eso implica tres cosas fundamentales:


1. Sentirse SEGURO. Si percibe tensión, exigencia o miedo, su cuerpo activa una respuesta de defensa, no de apetito. La comida deja de ser bienvenida.


2. Sentirse LIBRE.Poder decidir cuánto comer, o si no comer, sin miedo al castigo o la desaprobación. Esa libertad es la base para una alimentación autorregulada y sana a largo plazo.

3. Sentirse CONECTADO. Los niños aprenden a disfrutar de la comida a través de la conexión emocional. Si la mesa es un lugar de calma y afecto, el cuerpo se relaja y la comida fluye de forma natural.


Comer juntos debería ser un acto de amor, no de control.


🍽️ Claves prácticas para transformar la hora de comer

Estas ideas pueden ayudarte a recuperar la calma y el disfrute en las comidas familiares:

1. Desvincula la comida del conflicto

Evita las frases de presión (“come un poco más”, “por mí, hazlo”). En su lugar, prueba con: “Cuando tengas hambre, aquí estará la comida.”“Confío en que sabrás cuándo tu cuerpo necesita comer.”


Salvo casos muy concretos, en que efectivamente se necesita una ayuda más concreta médica y psicológica, un niño sabe cuándo tiene hambre, qué le apetece, qué le gusta, cómo se siente… Lo sabe perfectamente, solo es pequeño, no ignorante.

La labor de los adultos únicamente es facilitarles esa comida, guiarles con esas preguntas que le inviten a escuchar a su cuerpo y saber qué necesitan y desean. Estamos para escucharles y animarles, pero siempre desde el amor. Es más importante que se coma medio plato feliz y quizá meriende más temprano a que se lo coma todo con gritos, forzándole y llorando. Incluso su digestión va a dificultarse con esos niveles de estrés. Y sobre todo va a sentir ansiedad ante la hora de comer y ante el momento de “enfrentarse” a ti. Además del tremendo cabreo que tú tendrás y que seguramente hará que el resto de la tarde estéis reactivos y a la defensiva.


2. Crea un ambiente sin distracciones


Apaga la tele, guarda los móviles y convierte la comida en un espacio de encuentro. Pon música suave, una vela o flores. Pequeños detalles que transmiten calma. El objetivo no es que coma más, sino que vuelva a disfrutar del momento.


A todas nos gusta comer tranquilas. Hay niños muy inquietos que quizá esto puede parecer que les estresa más aún. Si en tu casa no funciona obviamente no lo hagas, podéis estar en silencio o hablando de vuestras cosas, ambas cosas son maravillosas para este fin. Pero también cuando estamos más activadas nos relaja, es que es química pura, cuando llevamos un rato escuchando esto o simplemente calladas.


Por supuesto según edad, actividades que haya hecho antes, personalidad… si el niño se levanta o cambia de postura en la silla, juguetea con la cuchara, en general, déjalo. Es un ser humano que probablemente sí que necesita ese movimiento. Va a ir aprendiendo y entrenándolo cuando vaya madurando, pero no en un día ni en dos. Empatiza por un momento. Yo algunos días también me como algo de pie a la carrera o me quedo mirando al techo con la cuchara en la mano pensando en las musarañas. Porque como personas que somos a veces estamos nerviosas, tenemos prisa, estamos distraídas o preocupadas… Tu hijo también lo es y estas cosas también le pasan.


Una vez más, claro que hay que educarle y enseñarle a sentarse en la mesa “correctamente” Esto da para otro artículo porque, ¿qué es lo correcto? Según en qué culturas o familias lo que es normal o adecuado difiere mucho de otras. Pero bueno, volviendo a lo que en tu entorno se considera “aceptable”, claro que tiene que aprender a tener unos modales y normas. Pero no pongas la norma, la imposición, la regañina, por encima de él, de su bienestar y salud y de vuestra relación. Sé un poco flexible y que siempre prime la importancia de que se sienta receptivo respecto a la comida.


3. Invita, no obligues


Ofrece los alimentos de manera atractiva, en pequeñas cantidades, sin exigir que los pruebe. Puedes decir:“¿Quieres probarlo o prefieres dejarlo para más tarde?” El simple hecho de elegir ya reduce su resistencia.


Creo que a todos los que tenemos la fortuna de tener peques alrededor nos ha pasado. Le ofreces algo que en principio rechaza, lo dejas en la mesa, te vas, y… ¿qué ocurre? Sí, eso. Que se lo come jeje Puede que contigo delante no lo haga pero cuando se trata de “hacer la travesura” de repente es mucho más atractivo. También a veces cuando no se toma algo pero ve que tú, o tu pareja, o sus hermanos (ni te cuento si son sus amiguitos), ya decide hacerlo. También nos sabemos eso de que en casa “no le gusta algo” pero en la de tu cuñada o la vecina se lo come como si no hubiera un mañana.


Dale a elegir y utiliza el viejo truco de la fruta: ¿manzana o plátano? Siente que está eligiendo pero tú igualmente le das una fruta. Si dejas las opciones abiertas puede decirte que no quiere postre o pedirte su pastel favorito.


4. Usa el humor y el juego

Convierte la comida en algo divertido:

  • Nombra a las verduras como personajes (“la zanahoria exploradora”).

  • Crea retos familiares (“¿Quién puede hacer la cara más divertida con su comida?”).

  • Inventa historias sobre los alimentos.


    El juego transforma el rechazo en curiosidad.

Esto puede parecer pesado e incluso aburrido para los adultos. No todos somos “niños mayores” dinámicos, enérgicos y con muchísima imaginación. Por una parte te invitaría a que saques a tu preciosa niña interior a pasear y te reconcilies con ella, que solo eso ya te va a gustar y os lo vais a pasar bien. Pero aún en el caso de que no fuese así, haz un pequeño “esfuerzo” por ellos.

No tiene que ser algo super currado ni difícil. En la conversación normal mete estas historietas. O cuenta un momento divertido de tu infancia cuando cogiste las ciruelas calientes del árbol y…imaginas como acabó la cosa, ¿verdad? Sí, me pasó a mí… Les encanta reírse de tus anécdotas y aprendizajes. Esto es muy de abuelo y espero que siempre siga siendo así.

Explícales para qué son buenos los diferentes alimentos, sin darle un máster de nutrición, simplemente para que sean conscientes y lo sepan. Y si toman un refresco con gas o demasiada tarta de chocolate, sin demonizar ni prohibir, ya lo sabes, también indícales que tienen que limitarse o adaptar porque les va a doler la barriga o la cabeza.

Cocinad también juntos, aunque sea algo simple y sencillo. Pasar la tarde unidas y rodeadas de comida va a hacer que se diviertan, se sientan plenos y la relacionen con ese momento de disfrute y familia.

Celebrad las diferentes fiestas o eventos, o lo más simple, con diferentes recetas o comidas. Rellenad una calabaza de Halloween o disfrutad del roscón de Reyes (no hay un dulce en el mundo que ame más jeje), de los helados en la piscina o la tarta de cumpleaños. Se trata de que esa relación sea positiva para ellos y la recuerden como tal.


5. Reduce el tamaño de las raciones


A veces el plato lleno intimida. Sirve menos y deja que repita si tiene hambre. Esto le devuelve el control sobre su apetito y le enseña a escuchar su cuerpo.

No todos los niños necesitan comer tanto. No todos los días necesitan comer tanto. Dales a elegir. Llena un plato más o menos “normalito” con el que sientas que está bien alimentado, y sé flexible en cuanto a si deja algo o quiere más.


Lo importante es que ese plato lleve bastantes nutrientes, no la cantidad. Si le haces unas fajitas caseras con 4 verduras diferentes, aunque solo tome una, estará más nutrido que si se come un plato entero solamente de tomate, por ejemplo.

Las proporciones de los diferentes grupos de alimentos son muy debatibles por diferentes corrientes pero usa el sentido común. En vez de un plato lleno de macarrones con un poco de salsa de tomate, si solamente se come medio plato pero son integrales y llevas un sofrito de varias verduras y pollo, por poner un ejemplo, tendrá más nutrientes y se sentirá mejor.


Esto es real. Mi primo es prácticamente un año menor que yo. Cuando cumplió el año, que ya comía de todo, y yo tenía dos, mi madre me llevó al pediatra porque el niño comía el doble (literal) siendo más pequeño. Por suerte en este caso el pediatra le dijo sencillamente: “¿quieres una niña gorda o una niña sana?” (Quizá los términos no son los mejores pero quedémonos solo con el aprendizaje) Lo importante era que yo estaba bien, no enfermaba frecuentemente, jugaba a todo sin cansarme, aprendía, descansaba bien… Solamente mi cuerpo no necesitaba comer tanto como el suyo. Los dos estábamos sanísimos y preciosos, pero nuestras necesidades eran diferentes, sin más.


6. Sé modelo, no juez


Los niños aprenden observando. Si te ven disfrutar sin culpa, probar cosas nuevas y comer con calma, imitarán esa actitud.Tu relación con la comida educa más que tus palabras.


Muchísimo cuidado con decir delante de ellos (y a poder ser tampoco te lo digas tú de verdad, quiérete mucho mucho) eso de: “Hoy lechuguita que estoy en operación bikini” “Yo el dulce ni probarlo que mira qué barriga tengo” o la odiosa “Hoy tengo que compensar”

Mucho menos hables de cuerpos ajenos. Tu ejemplo educa y flaco favor les estás haciendo con estas afirmaciones.

No demonices alimentos y como te decía sé flexible y prioriza su bienestar más que la rigidez del plato, el protocolo o las normas en la mesa.


Un último apunte. Cuando las chicas se acercan a la adolescencia, por tantos trastornos que por desgracia vemos habitualmente, sí que somos más cuidadosas con este lenguaje. Y está bien. Pero es muy importante que lo hagamos siempre, desde que son pequeñas. Vamos a prevenir muchos TCAs, pero también otros problemas aparentemente más simples que van a afectar a su nutrición toda la vida.


7. Desdramatiza los días “malos”


Como te decía antes, todos tenemos días con menos hambre o más cansancio. Si un día come poco, no es una señal de alarma. Dale confianza y tiempo. La regularidad viene de la serenidad, no del control.


Enséñale a reconocer sus señales de hambre y saciedad, pero también el sueño, el cansancio, las emociones, el deseo... Con el paso del tiempo sabrá reconocer y explicarte que tiene poca hambre porque se encuentra triste por haber discutido con su amiga en la escuela o que hoy "viene canino" porque ha corrido mucho en el patio y encima se está recuperando de un resfriado y el cuerpo le pide mucha comida.

Permítele que los tenga. Somos tremendamente injustos con conductas que como adultos también tenemos. Tiene todo el derecho, y debe, a estar enfadado, triste, irritable o cansado. Y tiene todo el derecho a negarse a algo que no le parezca bien. Y a pedir aquello que le apetece o necesita.


🌸 Recuperar la calma en la mesa es posible


Volver a disfrutar de la hora de comer no es cuestión de recetas o estrategias mágicas. Es un cambio de mirada. Es pasar de la lucha al acompañamiento, del control a la confianza. Es recordar que comer juntos debería unir, no separar.

Tu hijo no necesita que controles su comida. Necesita que confíes en él. Y tú también mereces disfrutar de ese momento sin miedo, sin culpa, sin angustia.


✨ Si sientes que ya no sabes cómo hacerlo…


Si cada comida se ha convertido en una fuente de estrés, te invito a participar en mi próxima masterclass gratuita: “12 ideas para volver a disfrutar de la hora de comer.”Aprenderás cómo recuperar el placer de comer en familia y cómo acompañar a tu hijo desde la calma y la conexión.

🕊️ Porque cuando cambia la mirada, cambia todo.


La masterclass es el próximo miércoles, 22 de octubre. Será online, solo tienes que conectarte por Zoom, a las 20 de la tarde. Y por supuesto es gratuita, solo tienes que inscribirte, darme dos datos necesarios y directamente recibirás un correo con toda la información y el enlace para entrar. Quedará grabada, si por algo no te cuadra, puedes verla después tantas veces como quieras. También es útil para tomar apuntes, porque aquí la menda habla muy rápido jeje y la información va a estar muy condensada, para aprovechar bien el tiempo.



Solo tienes que pinchar aquí y mirar si te interesa. Vale mucho la alegría invertir esa hora en algo que te servirá toda la vida. Gracias por apoyarme, leerme y compartirme. Te abrazo muy fuerte.

 
 
 

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