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"S.O.S. Comida: Estrategias para madres con niños que solo comen un par de cosas"

  • albimegias22
  • 23 may 2024
  • 7 Min. de lectura

¿Sientes que la hora de la comida es una batalla sin fin? ¿Tu hijo solo quiere comer macarrones y nuggets de pollo? ¡No estás sola! Descubre cómo transformar estos desafíos en oportunidades para una alimentación más variada y saludable.



 

La alimentación infantil puede ser un verdadero reto, especialmente cuando tu pequeño se niega a probar nuevos alimentos. Esta fase de selectividad alimentaria es común y suele ser una fuente de estrés para muchas madres. Te preocupas por su nutrición, su crecimiento y su salud a largo plazo, y cada comida se convierte en una lucha constante para asegurarte de que obtenga los nutrientes que necesita. ¿Por qué pasa esto? ¿Les pasa a todos? ¿Se pasa solo?

No hay una sola respuesta. La conducta es multifactorial siempre. Cuando se trata de los niños, aún más, porque están implicadas sus variables y las nuestras. Puede ser por muchas cosas y tener diferentes finales. Pero yo aquí me centraré en lo que buenamente puedes hacer tú. Estas son algunas de las “causas”:

  • Quizá es solo una etapa pasajera, dime que a ti no te pasa también jeje  Descubre algo que le gusta y quiere tomarlo para desayunar, almorzar y cenar, y mañana también. Yo cuando descubrí el alioli quería acompañarlo todo con él, esto es verídico. Y era adolescente…

  • Quizá sea propio de la edad. Cuando son muy pequeños suelen comer todo lo que les ofrecemos y tienen curiosidad de descubrirlo. En esa etapa es cuando hay que darles muchísima variedad para que no se acostumbre su paladar solo a ciertos sabores. Pero cuando van creciendo, pasan dos cosas difíciles de unir:

    • Como es obvio, se dan cuenta de que hay unas cosas que le gustan más que otras, y que ya además saben decir no y se sienten libres de decidir. Van a querer imponer su criterio, y eso no es malo. Aprender a tomar decisiones y elegir lo que se quiere y lo que no es fundamental en la vida.

    • Al mismo tiempo, no son lo suficientemente mayores para, además de lo que les gusta en ese momento, saber qué es lo que le conviene a su salud a corto o largo plazo.

Por eso es importante buscar equilibrio en estos puntos. Ni anulo su voluntad, ignoro sus deseos o le impongo que coma nada, ni tampoco le permito que solo tome algunos alimentos. Quizá “un poco sí”, porque a veces, al principio, parece que no tienes otra opción. Pero ahora veremos cómo puedes hacerlo mejor para que solo sea una etapa.

  • Otro motivo puede ser su personalidad, sus intereses, su entorno familiar y social, su cultura… Es más frecuente que un niño musulmán tome cordero o que una niña que se ha criado en una granja ame la leche de su cabra. Hay personalidades más “arriesgadas” que quieren sabores fuertes, excitantes y nuevos. A veces ven que sus hermanos o compañeros en el comedor del colegio comen más de esto o aquello y quieren imitarlos.


Sea cual sea el motivo por el que se comportan así, y te aseguro que hay más, lo que te estarás preguntando es, ¿y yo qué hago?


1.     Ofrece variedad y no te rindas

Sigue presentando nuevos alimentos junto con sus favoritos. Si quiere pasta, pues un día con tomate, otro con otras verduras, al siguiente carbonara, al otro con pesto, macarrones de diferentes cereales, fideos en guisos, en wok, ensaladas de pasta… Todo lo que se te ocurra. Si te quedas sin ideas tienes muchas en Internet. Es una manera de conseguir que varíe y que lo haga “contento” porque está la pasta presente. Si aún no ha probado algunos alimentos, ofréceselos, ponlos en la mesa. Quizá el primer día no se lo tome, el segundo lo mire, el tercero lo toque y el décimo lo pruebe. No lo aprenden todo a la primera, hay que ser paciente y repetir, eso ya lo sabes. La primera vez que te vio decir: ma-ma… No lo dijo él. La exposición repetida es la clave, puede que necesiten ver un alimento varias veces antes de probarlo.

 

2.  Involucra a tu niño en la cocina

Déjale que participe en la preparación de las comidas. Le costará más resistirse a no comer lo que él ha hecho con sus manitas, después del esfuerzo viene la recompensa. También conocerá mucho mejor los alimentos desde la base, antes de ser cocinados, y quizá descubra que le gusta más el tomate crudo que frito o que está más rica el huevo cocido que en tortilla. Si lo descubre, ya comerá tomate o huevo. Usa también la creatividad. Ponedle formas divertidas, combinad cosas raras si eso le gusta. Un plato atractivo siempre nos parece más sugerente, eso es normal.


3.     Modela comportamientos saludables

Con este punto a veces siento que me repito en las diferentes cosas que escribo, incluso pienso en no incorporarlo. Pero es que es fundamental. Si no te ve comer verdura y en casa no es habitual hacerlo, le parecerá incoherente y absurdo que le obligues a hacerlo a él, y con toda la razón. Si te ve disfrutando de la comida, en general, entenderá que comer es un momento de gozo. También indirectamente puedes decir: “qué bien me ha sentado el caldito esta noche que estaba un poco cansada” o “qué dulce está este mango, ha acertado el de la frutería al recomendármelo” Son pequeñas frases en que ellos van incorporando que el caldito es fantástico y que el mango está dulce y rico. No suele servir ponernos modo enciclopedia: “tienes que tomar lentejas que tienen mucho hierro” Ya lo sé mamá, pero es que no me gusta su sabor… Dejarlo caer, sin más, en una conversación natural.


4.     Evita la presión y el estrés

Me viene muy al hilo con el anterior. Lo digo siempre, crea un ambiente relajado durante las comidas. No tienes que irte al bosque más solitario ni poner velas e incienso (que si lo haces, estará genial) Es sencillo: no tener en la mesa nada que no sea comida y utensilios, no tener pantallas, charlar en un tono normalito y estar atentos a lo que estamos comiendo. Eso puede conseguirse casi en cualquier sitio y con poco esfuerzo (ya sé que a veces es mucho cuando estamos más enfadados) Dale esa tranquilidad porque a veces lo que puede llevarle a no querer comer es retarte, expresar que está muy enfadado tirando el plato o buscar conflictos contigo para soltar esa rabia. También buscará alimentos menos sanos si sus emociones están agitadas, por eso le ayudará esta armonía.

Y no le presiones a comer. Haz lo posible por persuadirlo, conviértelo en un juego, escúchalo… Busca la manera, pero por las buenas. Me altera mucho ver a madres (y personal educativo, eso ya es para nota) gritando, amenazando, tapando la nariz, apretando la cuchara… Sé que a veces te desesperarás y quizá te han contado que es buena idea, de verdad que te entiendo. ¿Pero de verdad crees que eso va a funcionar? Le hará más mal que bien, te lo aseguro. Esa presión puede aumentar la resistencia y negativa a probar alimentos nuevos, o simplemente comer. Y, a la larga, imagínate lo que es sentir que la persona que más quieres y tiene que cuidarte te trata así.


5.     Establece rutinas alimentarias

El orden es clave para todos, pero más para ellos. Su cuerpo y su mente en desarrollo necesitan que sus rutinas sean predecibles, ordenadas y acordes a sus necesidades. Los hábitos se consiguen acostumbrándose a ellos, repitiendo. Cuando estamos picoteando, comemos cada día a una hora diferente, o no lo hacemos… Eso nos descentra. Si su cuerpo sabe que va a comer tendrá hambre y es más probable que coma, aunque quizá no le parezca la mejor comida posible. Dicho sea de paso, no recurras siempre al típico: “si no quieres esto te hago una tortilla” Si la tortilla le parece más rica que cualquiera de las cosas que tiene delante, la elegirá. Y no solo comerá tortilla un día sí y otro también, sino que tú tendrás que hacer dos comidas (o más si hay más niños, imagínate) y no conseguirás el objetivo de que se abra a nuevas posibilidades. Dale quizá a elegir si hay sobras o si por algun motivo has hecho dos comidas. Si no, usa el típico: “¿manzana o plátano?” Tú eliges pero yo me aseguro de que te tomarás una fruta.

 

¿Te sirve? Este es un camino largo, y es un tema complicado, sobre todo si el problema lleva tiempo dándose y hay otros factores que lo propicien. Tendrás que ser muy paciente y repetitiva. También ten en cuenta, como siempre digo, que estas recomendaciones son generales, cada niño y familia es un mundo diferente y puede que esto o aquello no funcione o tengas que adaptarlo.


No te desesperes si pasa un tiempo, hay etapas normales en que les pasa. Si es grave porque de verdad no come nada, se pone mucho malito, se alarga en el tiempo… consulta con profesionales. Coméntalo con un pediatra, a poder ser actualizado y de verdad preocupado en el bienestar integral del niño, y del tuyo. Habla si es necesario con un psicólogo, nutricionista… con los mismos requisitos. Apóyate en tus redes de apoyo, lee, investiga, aprende… La información es poder. Y con una información potente, tu sabiduría natural como madre y escuchar y conocer bien a tu hijo, podrás con esto y con otra cosa. Y te lo digo en serio.


Si quieres seguir aprendiendo sobre nutrición infantil consciente, desde la educación y la psicología, vente a mi grupo de Telegram. Comparto pildoritas de conocimiento a diario. Además, en unos días lanzaré mi curso, si estás ahí te enterarás antes que nadie de todo lo que hay dentro, y, por supuesto, tendrás ventajas. Te espero en mis RRSS, para ver tus comentarios y opiniones. Me encantará leer que tu situación ha mejorado. Te abrazo muy fuerte.




IG: @albacomprenderamihijo




 

 
 
 

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