No quiere comer y es primavera: ¿te suena? Esto es lo que está pasando
- albimegias22
- 9 may
- 7 Min. de lectura

Llega la primavera, los días se alargan, todo florece, hay más luz, más movimiento... y de repente, tu hijo apenas prueba bocado. Donde antes devoraba la merienda, ahora juega con la comida. Donde antes pedía repetir, ahora dice que no tiene hambre. Y tú te preocupas: ¿Le pasa algo? ¿Va a enfermar? ¿Estoy haciendo algo mal?
A esto se le añade la famosa astenia primaveral. A pesar de ser una etapa preciosa, bajo mi punto de vista (que se note un poco que es mi estación favorita, que he tenido que dedicar un artículo a hablar de ella jeje) en muchas ocasiones trae aparejado desánimo, cansancio y falta de energía. Es natural, literalmente. Las estaciones, fases lunares, mareas etc son fenómenos naturales que nos traen unas cosas u otras, porque son lo que necesitamos. Aunque nos empeñemos en vivir el día a día sin más, si conectamos con nuestra naturaleza, y sabes que es a lo que te invito siempre, sentimos que nos apetece comer cosas diferentes, nos sentimos de una u otra forma o tenemos más o menos energía según distintos fenómenos que están pasando en el universo. En esta estación estamos también más cansadas, los días son más largos y aprovechamos para hacer más cosas o dormir menos. Ellos están ya agotados de colegio y tienen más ganas (aún) de estar en la calle y de descansar.
Respira. Es natural. Este cambio en el apetito es más común de lo que parece. Y lejos de ser un problema, puede ser una oportunidad para acompañar a tu hijo desde la calma, la comprensión emocional y el respeto a su desarrollo.
¿Por qué en primavera los niños tienen menos hambre?
Con el cambio de estación, el cuerpo y también el estado emocional del niño se ajustan. En primavera:
Aumenta la temperatura y eso reduce la necesidad de comidas pesadas. También nos apetecen alimentos más frescos (aprovecha para introducir o aumentar ahora el consumo de frutas y verduras)
El cuerpo prioriza la hidratación y la eliminación de toxinas.
El metabolismo se ajusta: necesitamos menos energía para mantener el calor corporal.
Los ritmos circadianos cambian por la luz: hay más actividad, pero menos hambre en momentos habituales.
Pero no todo es físico. También hay aspectos psicológicos y evolutivos:
La primavera es una etapa de expansión emocional y exploración. Tu hijo está más volcado hacia fuera, hacia el juego, el movimiento y la curiosidad.
La mesa deja de ser el centro. Ahora, la energía mental y emocional se distribuye en otros focos: descubrir, experimentar, correr, compartir. Es un momento estupendo para empezar a comer en el campo, en la playa, hacer rutas los fines de semana en la naturaleza… y salir de ese “aburrimiento” de comer todos los días lo mismo, en el mismo lugar, con las mismas personas y el mismo paisaje.
Esto puede generar más dispersión y menos conexión con el cuerpo si hay presión o exigencia en las comidas.
Tu hijo no está rechazando la comida. Está creciendo y adaptándose al entorno con sus propios recursos.
Señales normales (y no preocupantes) de este cambio
Hay ciertos comportamientos que pueden alarmarte, pero que en realidad son totalmente normales en esta etapa:
Come menos pero sigue jugando y activo. Si está sano y feliz, quiere decir que está bien nutrido. Tal vez no necesita más y ya está.
Rechaza comidas calientes o muy contundentes. Es obvio. Si llegan a casa cansados y acalorados del colegio o del parque, sudando, y les das un caldo caliente y consistente… pues no les apetece. Pero es que probablemente a ti tampoco.
Entonces, selecciona más frutas, verduras, batidos o alimentos fríos. Yo es verdad que no rechazo una sopa ni en agosto jeje porque me encanta y me hace muchísimo bien (sé que es más emocional que físico, que también) Pero es natural que apetezcan esas sopas, infusiones, batidos etc más fresquitas, o alimentos más frescos.
Pide más agua o líquidos.
Mientras mantenga su energía, curiosidad y ánimo, no hay motivo para alarmarse. Tu hijo no está enfermando. Está escuchando a su cuerpo y priorizando sus verdaderas necesidades.
Qué puedes hacer para acompañarlo con calma
A nivel emocional y educativo
Evita presionar. Ya hablamos la semana pasada de esto, te dejo aquí el artículo para no extenderme ¿Y si mi hijo no quiere comer nada? Claves para no perder la paciencia y acompañarlo con respeto
Frases como "tienes que comer" solo generan más rechazo y crean una relación de poder en torno a la comida.
Valida su sensación: "¿No tienes hambre? Está bien, aquí estará la comida si la necesitas". Así aprende a confiar en su cuerpo. Siempre lo digo, ningún niño sano con comida a su alcance muere de hambre. Si quiere comer, lo hará, tranquila.
El otro día tomaba un café con una madre que decía que su niño últimamente no cenaba. Es un niño que come mucho, de todo y en cantidad. Suele merendar tardecito porque come en el cole. Y por la noche dice: “mami, me siento muy lleno hoy, no quiero más” Algunos días pica alguna fruta o un poco de lo que cenan sus padres, según le apetezca, otros días cena, y otros días nada. No pude más que felicitarlos. Ese niño con 4 años ya sabe perfectamente lo que necesita o no su cuerpo, y su madre lo respeta y está tranquila. Ni más ni menos.
Habla con honestidad y sin drama: "Es normal que a veces no tengamos tanta hambre. Nos pasa a todos." Empatiza con esa sensación absolutamente normal y no hagas una preocupación extrema.
Observa sin juicio: en lugar de medir lo que come, mira cómo se comporta, cómo duerme, cómo juega.
Este enfoque favorece una educación emocional sana, donde el niño no solo se nutre físicamente, sino también desde la confianza, la escucha y la libertad.
A nivel práctico
Ofrece porciones pequeñas y más frecuentes. A veces no es cuánto, sino cuándo.
Incorpora alimentos frescos y ligeros: frutas, verduras crudas, yogur, batidos caseros.
Hidrátalo bien, incluso con infusiones suaves frías o agua con frutas.
Crea un ambiente tranquilo, sin pantallas ni prisas.
Algunas ideas de snacks frescos:
· Rodajas de pepino y zanahoria con hummus
· Yogur natural con fruta
· Sandía o melón en cubitos
· Batido casero de plátano y avena
Cuándo sí debemos consultar
Aunque la falta de hambre es normal en esta época, conviene consultar si observas:
Pérdida de peso significativa.
Apatía, tristeza o falta de energía constante.
Rechazo continuado a líquidos.
Otros síntomas físicos como fiebre o diarrea.
Tu intuición también cuenta. Si algo no te cuadra, consulta sin miedo.
Lo que esta etapa te permite cultivar
La primavera no solo trae cambios en la naturaleza, también trae oportunidades:
Fortalecer la confianza en el cuerpo y los ritmos de tu hijo. Muéstrale que estos cambios son naturales, dale la oportunidad de conectar aún más con él, con el juego, el contacto, la vida…
Educar desde la observación y no desde la imposición. No tiene ningún sentido que le obligues a comer. Casi (casos concretísimos de enfermedades o trastornos graves) nunca. Pero en estas etapas, menos. Si siente que no quiere más, será que no quiere más.
Escuchar sin imponer. Si te dice que está muy cansado o no tiene demasiada hambre porque está enfadado, o triste, valídalo. Valida siempre lo que sienta o necesite. Escucha si le apetece compartírtelo o simplemente si quiere proponerte que hagáis algo juntos, o decirte que quiere estar solo, hacer un dibujo o irse a dormir. Escuchale en lugar de imponerle que es la hora de la comida y hay que comer.
Adaptar la rutina familiar a las necesidades reales. Es habitual, por ejemplo, (aunque esto también depende de la edad, si van por las tardes a algún deporte, el día de la semana…) cambiar el orden ducha-cena. Normalmente en invierno cenamos y después nos bañamos para irnos relajados y calentitos a la cama. Al llegar la primavera quizá es más rentable darnos una ducha al llegar a casa, sudados y cansados, y luego después cenar. También podemos adaptar los horarios según las horas de sol o si pasamos más tiempo en el parque, por ejemplo.
Modelar hábitos saludables sin rigidez ni miedo. Siempre eres su referente, su modelo. Si ve que tú haces algo también lo hará, para bien o para mal. Esto ya lo sabes, y no te lo tomes como una presión, sino como una bendita oportunidad. Oportunidad de mejorar tú también lo que quieres que ellos mejoren.
"La primavera también es una oportunidad para florecer en confianza mutua."
Ea, te dejo también mi frasecita porque sino no sería yo jeje Me inspiro y lo comparto.
En resumen
Que tu hijo coma menos en primavera no es un fallo ni un riesgo inminente. Es un ajuste natural de su cuerpo y su mente al nuevo entorno. Tu rol no es forzar ni controlar, sino acompañar con calma, confianza y presencia. Como madre, también puedes permitirte soltar el control y observar: tu hijo no necesita perfección, necesita presencia.
Entiendo que muchas veces te sientes perdida, es normal cuando el entorno y la sociedad suelen estar más preocupados de juzgarte que de ayudarte. Por eso espero que este texto te haya tranquilizado. Hay cosas que durante siglos han sido, y espero que sigan siendo, así, y la naturaleza tiene sus procesos, más nos vale remar con ella.
Si sientes que estás desbordada, tu hijo cumple alguno de los requisitos de alarma o simplemente quieres aprender más de cómo ayudarle en este proceso, puedes agendar una llamada gratuita conmigo. Dura media horita, hablamos de tu caso y vemos de qué forma puedo ayudarte. No hay compromiso, es simplemente una charla amable y respetuosa donde compartir y ver si cuadramos. Aquí puedes agendar el hueco que mejor te venga.
Espero de corazón que te haya gustado, te agradezco mucho si compartes con otras madres preocupadas y me dejas alguna aportación en RRSS.
Feliz primavera, te abrazo.
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